“Me voy a marchar. Me buscaré un rincón en lo más profundo y voy a desaparecer”.
Rick no habla en sentido figurado.
Sentado sobre un colchón, señala una oscuridad cavernosa que la linterna no permite descifrar y que, si todo sale según sus planes, terminará por borrarlo definitivamente del mapa.
“No me llevo bien con la gente”, confiesa. “Quiero que me dejen en paz”.