La odisea de las madres ucranianas que arriesgan la vida cruzando a Rusia para recuperar a sus hijos robados

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Cuando Sasha Kraynyuk, de 15 años, miró la fotografía que le entregaron los investigadores ucranianos, reconoció de inmediato al chico vestido con el uniforme militar ruso.

Sasha estaba sentado en un escritorio de la escuela con la marca Z de Rusia estampada en su manga derecha, con los colores rojo, blanco y azul de la bandera rusa.

El muchacho de la foto se llama Artem y es ucraniano.

Sasha y Artem se encontraban entre los 13 menores de edad que fueron secuestrados en septiembre pasado en su propia escuela en Kupyansk, en el noreste de Ucrania. Fueron capturados por soldados rusos armados y con pasamontañas.

“¡Rápido!”, les gritaron al conducirlos a un autobús y luego desaparecieron durante semanas sin dejar rastro.

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