La conspiración del tabaco

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La salud de todo el planeta a cambio de dinero para un puñado

El tabaco se produce con las hojas de la Nicotiana tabacum, la planta no alimenticia con más siembra en el mundo, un cultivo tan resistente que únicamente en el desierto y los polos no se podría cultivar, y que además es tremendamente rentable.

La “Hierba Hedionda” como la llamaban los indios americanos, tiene su origen en este continente, se extendió a Europa en el siglo XVI y desde allí conquistó al resto del mundo. Hoy en día se vende con muy pocas restricciones en todo el mundo, excepto en Bután, donde hay fuertes medidas a nivel de precios e impuestos y restricciones para su consumo.

Se consume hace cientos de años y de variadas formas siendo la principal fumarlo y es bastante adictivo debido a su componente principal, la Nicotina, un químico natural tan fuerte, que se puede usar como pesticida y veneno. En los años 60 era muy frecuente ver anuncios en los que se presentaba el tabaco como algo bueno para la salud y que de paso convertía a los fumadores en personas elegantes y que aparentaban seguridad y poder adquisitivo. De hecho, los cigarrillos eran el producto que más se anunciaba en televisión por esos años.

Incluso, antes de eso, durante la Primera Guerra Mundial, la industria del tabaco se apoyó en el concepto “libertad” y regalaron muchos cigarrillos a los jóvenes que iban a combatir. Entre 1914 y 1918 el tabaco formaba parte del paquete que era entregado a cada soldado en el frente, junto a comida y chocolates, el cigarrillo era uno de los pocos vicios que se le suministraba al ejército en el campo de batalla, lo que consiguió una clientela cautiva que no pudo prescindir del fumar una vez que las batallas terminaron.

En los años 20 y unido al concepto anterior se apoyó en el feminismo: constituyendo las mujeres un 50% de la población, pero siendo mal visto que fumaran en público, se convirtió al cigarrillo, que siempre había sido visto como algo relacionado al poder masculino, en un símbolo de empoderamiento para la mujer deseosa de llegar a tener los mismos derechos que los hombres, incluso el derecho a fumar; para ello, una audaz estrategia ideada por Edward Barneys se llamó “las antorchas de la libertad” donde un sofisticado grupo de mujeres empezó a fumar en el evento público de la pascua  (31 de marzo de 1929). Al día siguiente la noticia más destacada de los medios trataba sobre las mujeres que habían tenido el valor de fumar en público como símbolo de un grito mudo por la libertad y la igualdad. Funcionó y el número de fumadores (así como las ganancias de las tabacaleras) aumentaron extraordinariamente.

Dado que se dispararon las cifras de cáncer de pulmón, boca y garganta, estudios médicos descubrieron la verdad: el tabaco era un causante fundamental. Y no solo el tabaco en sí (aun siendo la nicotina, en un sentido estricto un veneno: una dosis de menos de 5mg puede matar) sino la multitud de componentes químicos que se le adicionan incluso hoy en día: desde cosas inocuas como saborizantes (el sabor del tabaco puro es bastante desagradable) tales como chocolate o melaza hasta acetona, mercurio, amoniaco… cerca de 600 ingredientes diferentes (llamados “La Salsa”) que hacen que el “sabor” de cada empresa sea específico y que los fumadores no se sientan cómodos fumando otras marcas.

Y aunque esto es sabido desde los años 50, con la mentira de “Un franco Anuncio” las tabacaleras se comprometieron a que si el cigarrillo fuera perjudicial para la salud, lo sacarían del mercado y contraatacaron contratando a su propio grupo de “expertos” quienes negaron que la nicotina fuera adictiva y que tuviera participación en enfermedades como el cáncer, enfisema, impotencia masculina… que no solo afectan a los fumadores sino a quienes respiran su humo o los desechos que este humo deja en paredes, telas de cortinas y demás. Sobre esto último se contrataron también expertos que trataron de demostrar que la culpa no era del tabaco, sino de los edificios, por su mala ventilación. Complementando esto con suculentos regalos a políticos, médicos y abogados.

Aunque hoy día hay muchas restricciones para el consumo del tabaco (no se puede fumar en la gran mayoría de sitios de recreación, ya no pueden patrocinar eventos ni equipos deportivos, tienen advertencias específicas de enfermedad en las cajetillas, se prohíbe la venta a menores de edad entre otras) la industria no se rinde y apeló al posicionamiento de producto (product placement) en el cine… y hasta en las caricaturas, pues se sabe que es más posible que un fumador joven no pueda abandonar el hábito jamás.

Tratan de suavizar la idea de los peligros de fumar con denominaciones como “suave”, “ligth”, “bajo en nicotina” … que no resultan eficientes (no reducen el riesgo de esta adicción) por lo que ahora las tabacaleras están pasándose al negocio de los cigarrillos electrónicos y el llamado “tabaco sin humo” como chicles de nicotina y tabaco de mascar en busca de eludir las leyes; por ejemplo, el cigarrillo electrónico de Marlboro IQOS podría regresar como patrocinador de la F1.

Solo con mucha presión social y económica y con la decisión personal de no seguir enriqueciendo a las tabacaleras en este complot, la conspiración del tabaco no prevalecerá sobre la salud del mundo entero.

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