Para Yanina, vivir en un país con inflación alta no es novedad: cuando hace diez años abrió un pequeño supermercado en un barrio de clase trabajadora del Gran Buenos Aires, la inflación anual superaba el 25%.
A pesar de que esa cifra fue creciendo con los años hasta duplicarse, la gente “se las arreglaba”, y aún lograba darse algún gusto, cuenta.
“De diez productos que compraban, cuatro eran básicos”, le dice a BBC Mundo.
Pero desde que el alza de precios se aceleró, duplicándose en un solo año de cerca del 50% anual al 95% en 2022, y superando ampliamente la barrera de los tres dígitos este año -en abril la cifra interanual trepó al 108,8%- los hábitos de sus clientes cambiaron.