A medida que avanza la cuenta atrás para el anunciado cambio en la política de inmigración de Estados Unidos y a la espera de una oleada de migrantes en la frontera sur, los que ya aguardan para ingresar desde México están cada vez más desesperados.
Bajo un sol implacable, cientos de personas se encuentran en un páramo seco y polvoriento. Esperan.
Hambrientos y sedientos, exhaustos y asustados, todos se han reunido junto a la enorme valla fronteriza de acero que los separa de Estados Unidos. A través de ella pueden ver el lugar por el que han sacrificado tanto para tratar de alcanzarlo.
Pero nadie sabe si se les permitirá cruzar esa frontera.