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Cuando el Titanic chocó contra un iceberg mientran cruzaba el Atlántico en 1912, sus telegrafistas enviaron desesperadamente llamadas de socorro con la esperanza de que alguien, en algún lugar, pudiera escucharlos.
Uno de los primeros en responder fue un radioaficionado que se encontraba a unos 4.800 km de distancia, en Reino Unido.
El autodidacta Arthur Moore recibió la señal en la estación que él mismo había creado en la ciudad de Blackwood, en el sur de Gales.
Tras escuchar la llamada salió corriendo hacia la estación de policía local, pero una vez allí su relato no fue tomado en serio.
Y aunque el entusiasta de la radio no pudo hacer nada para ayudar a los que estaban a bordo del Titanic, luego desarrolló una forma temprana de tecnología de sonar que ayudó a descubrir décadas más tarde el sitio donde descansaba la nave.