Proyecto MK Ultra: el plan de la CIA para controlar la mente durante interrogatorios

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(La Sexta).- Desde el final de la Segunda Guerra Mundial una de las mayores obsesiones de los responsables de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) fue el lograr dar con la forma perfecta con la que poder sacar toda la información a un preso durante un interrogatorio y posteriormente resetear la memoria del interrogado con el fin de que no quedara rastro alguno de lo ocurrido.

Para ello se intentó fichar a los más prestigiosos científicos de la época en campos tan diversos como la química, la psicología, la psiquiatría o la neurología. Muchos de estos expertos provenían de la Alemania nazi a través de la conocida como Operación Paperclip.

Drogas sintéticas, aparatos de electroshock, terapias de hipnosis y un gran número de técnicas de tortura fueron diseñadas por estos investigadores, que contaban con el respaldo y financiación de la CIA. El carácter secreto del programa hizo que esos experimentos quedasen al margen del control de las autoridades y el gobierno estadounidense.

Durante el la IIGM las tácticas de espionaje de los agentes secretos se habían profesionalizado al máximo y cada vez costaba más poder acceder a la información de la que disponía un espía cuando era detenido. Por esa razón, durante los años de la Guerra Fría se invirtieron grandes cantidades de dinero y muchos esfuerzos para poder desentrañar todos los secretos que escondían los agentes pertenecientes al bloque soviético.

El proyecto se bautizó como ‘Proyecto MK Ultra‘, y los primeros experimentos comenzaron a realizarse a inicios de la década de los ’50. Así, instituciones médicas, carcelarias, universitarias o empresas farmacéuticas fueron financiadas por la CIA para que sus investigadores desarrollaran técnicas y drogas que ayudasen en el propósito del control mental de las personas.

A lo largo de los siguientes años miles de individuos de Estados Unidos y Canadá participaron en numerosísimos experimentos sin ser conscientes de que estaban formando parte de un proyecto secreto de la agencia de Inteligencia.

Muchos de ellos eran estudiantes que se habían presentado voluntarios en sus facultades a cambio de ganarse unos cuantos dólares con los que llegar a final de mes. Pero la mayoría de los participantes eran personas obligadas a ello: vagabundos, presidiarios, pacientes de hospitales psiquiátricos… Con todos estos individuos se forzó al máximo la experimentación, yéndoseles a menudo de las manos el asunto. Un gran número fallecieron y otros quedaron con las facultades mentales totalmente mermadas.

Uno de los investigadores que más activamente trabajó en el Proyecto MK Ultra fue el psiquiatra de origen escocés Donald Ewen Cameron, quien puso en práctica numerosas técnicas de tortura con electroshock, suministrando altas dosis de LSD o teniendo a los ‘voluntarios’ días enteros sin poder dormir mientras les obligaban a escuchar grabaciones con mensajes subliminales. Todo ello con la intención de desarrollar una técnica eficaz con la que sacar la mayor información posible durante los interrogatorios.

Quien también tuvo un destacado papel en el proyecto fue el psicólogo estadounidense Henry Alexander Murray, prestigioso profesor en la Universidad de Harvard que llevó a cabo entre 1959 y 1962 un experimento con una veintena de sus alumnos que se presentaron voluntarios y que posteriormente fue tachado como un “experimento cruelmente atroz”.

A inicios de 1970 los numerosos rumores sobre el proyecto secreto de la CIA comenzaron a ver la luz, y varios fueron los requerimientos tanto judiciales como gubernamentales para que se aportara documentación sobre el mismo. Pero en lugar de presentar los informes lo que se hizo desde la dirección de la agencia de inteligencia fue destruir la mayor parte de ellos.

A pesar de que se iniciaron varias comisiones de investigación, toda la información que se pudo reunir en aquel momento fue gracias a testimonios ofrecidos por personas que habían participado en los experimentos, saliendo a la luz numerosísimas atrocidades y torturas.

Debido a la obstaculización realizada por el propio director de la CIA, Richard Helms, el gobierno no tuvo más remedio que apartarlo del cargo –aunque fue enviado como Embajador a Irán-.

Todos los sucesores de Helms -entre ellos George H.W. Bush- se negaron taxativamente a dar información sobre el programa MK Ultra, hasta que en 1977 fue nombrado director de la agencia Stansfield Turner, un almirante de la Armada retirado que puso a disposición de la Justicia más de veinte mil documentos relacionados con los experimentos, investigaciones, torturas y personas implicadas. Con ello se desmantelaba un programa que había gozado de casi tres décadas de impunidad absoluta.

Un comentario

  1. Omg! Que interesante y cruel! Sin embargo creo que todo el camino de la medicina y los descubrimientos científicos o de manipulación mental han sido labrados con varios conejillos de indias.

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