En Rusia, la brujería existió y los acusados por practicarla eran hombres

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La historia de la brujería en Rusia tuvo como personajes principales a los hombres, quienes eran los principales sospechosos de practicarla.

A diferencia de la Europa occidental, donde la cacería de brujas fue responsable de la muerte de millones de inocentes entre los siglos XV y XVIII, en Rusia dicho fenómeno tuvo una repercusión menor. En esta nación, a diferencia del resto de Europa, la brujería estaba asociada a los hombres, y era a éstos a quienes se denunciaba por dicha práctica. Esta es la historia de la brujería en Rusia y los hombres acusados de practicarla.

Otras naciones como Islandia o Estonia también tuvieron un fenómeno similar a Rusia: la mayoría de las acusaciones de brujería eran dirigidas a hombres. Sin embargo, la gran nación euroasiática se lleva los reflectores en este tema.

Cómo era la figura del brujo en la Rusia ortodoxa

Las pruebas sobre la creencia de los rusos en la brujería sobreviven en todo tipo de documentos de los siglos XII al XVIII: sermones, crónicas, relatos históricos, historias de vidas de santos, leyes y decretos, manuales de curación con hierbas y libros de hechizos, y registros judiciales.

“En promedio, tres de cada cuatro rusos acusados de brujería eran hombres. La mayoría fueron acusados de actuar solos o con uno o dos asociados, y casi todos se enfrentaron a cargos por tipos de magia cotidiana y práctica”, afirma Valerie Kivelson, profesora de historia en la Universidad de Michigan, en un texto para The Conversation.

En Rusia, aproximadamente el 75% de los acusados de brujería eran hombres. Las explicaciones de este hecho varían desde la interpretación de la brujería por parte del cristianismo ortodoxo ruso hasta la influencia de la colonización vikinga.

Valerie Kivelson analizó 250 procesos de brujería rusos y descubrió que un subconjunto importante de los acusados eran vagabundos conocidos como guliashchie liudi, o “gente errante”. En estos se podía incluir juglares, monjes, trabajadores estacionales, vendedores ambulantes, esclavos liberados, y más.

Aunque las mujeres también podían ser vagabundas, los hombres eran mucho más propensos a esta práctica por el país en busca de trabajo. Todo indica que este subgrupo social estaba fuertemente estigmatizado y, por tanto, más estrechamente asociado a la brujería.

 

El brujo ruso no volaba en escobas ni participaba en los aquelarres

La figura del brujo ruso difería en muchos aspectos de la típica bruja europea occidental, la cual era vista como una anciana que se internaba en lo profundo del bosque para participar en reuniones en medio de la noche (aquelarres) donde tenía contacto sexual con los demonios. Asimismo podía volar en una escoba y practicar la magia negra.

La presencia e influencia de la iglesia ortodoxa en Rusia impidió que ciertas creencias religiosas fueran importadas de la Europa occidental. Ello también llevó a que documentos como el terrible Martillo de las brujas, de Heinrich Kramer y Jakob Sprenger, la guía máxima para la cacería de brujas, fueran conocidos en Rusia.

Aunque hay que decir que los mismos Kramer y Sprenger también creían en la brujería practicada por hombres. A éstos se les acusaba de manejar el tiro con arco mágico para disparar en contra de crucifijos como acto blasfemo.

Un subconjunto importante de los acusados eran vagabundos conocidos como guliashchie liudi, o “gente errante”. En estos se podía incluir juglares, monjes, trabajadores estacionales, vendedores ambulantes, esclavos liberados, y más. Mikhail Nesterov “Silence” (1888)

Así trabajaban los hechiceros rusos

Por el contrario, los brujos rusos usaban la magia con fines más prácticos como curar una herida o perjudicar el negocio de un competidor. Eran vistos con cierto temor, pero también con respeto por la ayuda que podían prestar a la población.

Se les invitaba a las bodas para actuar como una especie de escudo ante las malas vibras que alguien pudiera arrojar sobre la pareja de recién casados. Ello no impedía que la Iglesia y el Estado vieran con recelo a quienes practicaban la brujería. Si los brujos no interferían con nadie y no había acusaciones en su contra, su actividad solía pasarse por alto.

Estos brujos rusos empleaban hechizos y pociones elaboradas principalmente con hierbas y raíces. Su magia recurría a la naturaleza y a la belleza de la poesía. Un ejemplo de lo anterior se puede ver en esta frase:

“Como un tronco arde y se marchita en el fuego, así arderá y se marchitará el corazón de mi señor”.

Estos personajes manejaban a la perfección la curación popular a través de medicina natural. Por ello es que muchas personas consultaban tanto a los sacerdotes como a los brujos. Asimismo, fabricaban hechizos de amor tanto para mujeres como para hombres.

 

Los castigos contra la brujería en Rusia

En Rusia no hubo una cacería de brujas como tal ni una Inquisición, sino que cuando existía una acusación en contra de un brujo se le apresaba para someterlo a un interrogatorio.

Cuando era hallado culpable de hacer daño a una persona o más era enviado a un monasterio. Ahí se reformaba a través del ayuno y el rezo durante seis meses. Este castigo fue usual durante el reinado de Catalina II.

Otro castigo popular en contra de la brujería en Rusia era exiliar a los brujos en cárceles de Siberia, donde eran encadenados a las paredes y mantenidos a pan y agua. Este castigo fue popular durante el reinado del zar Alexéi Mijáilovich, en la segunda mitad del siglo XVII.

Si quieres profundizar en el tema, puedes leer este estudio completo acerca de los brujos rusos del siglo XVII.

(Con información de Muy Interesante)

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